Por si aún no lo habíais notado, mi pasado me ha marcado una jartá, por eso hoy toca dar otra vuelta por él.
Volvemos a la época adolescente en ese campo que ya deberíais conocer (si no es así, es el mismo que el de la historia del burro fugitivo, o el contenedor de carreras de hace pocas entradas).
Hoy voy a contar las merendolas que nos dábamos el genio de Pablo y yo (entre otros).
Cada fin de semana que hacía bueno nuestras madres nos vetaban la entrada en la cocina, porque arrasábamos con todo lo que pillábamos (literalmente...ya luego mirábamos si nos gustaban las cosas o no...tenemos el monte sembrao de latas de mejillones, el dia que digan a brotar...) para irnos de picnic al monte.
Así que, despues de comer (sí, comíamos antes de ir al monte a....comer, que manda cojones ahora que lo pienso más friamente), cogíamos de estrangis lo que pillábamos sin protección en la cocina y nos íbamso a un punto previamente acordado.
Aún recuerdo dos momentos que me marcaron profundamente...
1- El dia que decidimos competir por ver quien hacía el bocata más bestia y se lo comía (gané yo con un bocata de mantequilla, nocilla, chorizo, salchichón, chopped, mortadela con y sin aceitunas, galletas de chocolate, patatas fritas de bolsa, jamón york, atún y queso en lonchas)(ni que decir tiene que terminé con una indigestión cojonuda)(pero gané)
2-El día que, habiéndo acabado ya con las existencias de pan, teníamos mono de nocilla y no se me ocurrió otra cosa que untarla en aceitunas...el comentario general de la gente es "¡¡que asco!!!" a lo que yo les digo "¿habéis probado el melón con jamón?¿si?¿os gusta?...pues esta es la versión pa pobres"
